Mozart Libreto


MOZART
Estudio para Actor: Gabriel Moré.
Salvador Lemis   2010.

Un rasante blanco en proscenio resalta la figura del actor.
Rostro blanco. El actor corre en varias direcciones de escena.
Gritos fuera de escena: "¡Johann, Johann! (Pausa) Io non lo mate, Io non lo maté! Non sono un assasino, sono inocente. ¡Mozart! ¡Mozart!".(Entra a escena y busca).
Música del Réquiem tck- 1. Cuerpo y sonidos se van integrando hacia un perpetum mobile extraño y obsesivo.

ACCION-IMAGEN I
Actor: Ah, han venido, a pesar de todo... A nombre de la dirección del teatro rogamos las mayores disculpas: el espectáculo ha sido cancelado. Se les devolverá el importe de las entradas. Excepto un quince por ciento del costo pasará a cubrir los gastos que hemos tenido que realizar. Mozart ha muerto. (Pausa.) Solicitamos de la manera más amable otro cinco por ciento para comprar una corona de flores. De margaritas y pino aromático. Una corona para él. Su cadáver (varias veces) será tirado cien veces en fosa común. Nunca está de más una corona. Eso es poco para su grandeza.

No hay artistas aquí.

(Entra Música  Payaso. tck-2)

Teníamos cerca de 60 ejecutantes de instrumentos de cuerda; unos 15 de viento, piccolo, oboe, corno inglés, clarinete y contra clarinete, contrafagot, ¡cinco metros!, trompetas, trombón,... Teníamos cerca de 15 músicos de los metales y 10 más de percusión. ¡Y por supuesto, el señor director! (Pausa.)
(Se va la música)
¿Dónde están? ¡Hacen huelga!

(Sale de escena y regresa como discutiendo en voz baja con alguien que permanece en la sombra.)

Un momento. Instrucciones de última hora. Que tengan paciencia. Todo podría resolverse y si han pagado morbosamente para ver los últimos momentos de un artista, pues..., algo habrá de improvisarse. ¿Acaso el arte de fin de siglo no es improvisación? (Transición) ¿Mozart fue envenenado o no? Ser o no ser. That is the Question. A ustedes toca decidir.

(Entra Música de cambio, un vals. tck-3)

ACCION-IMAGEN II.
(Susurra y señala.) Allí está él. Es Amadeus... Tirado sobre la cama dura y alta. Escribe. Garrapatea notas musicales. Es jovencísimo y su cabeza está llena de..., ¿pasión? (Aquí se va el trac 13)
Imaginar aquí una ventana. Si no conocen la época imaginen cualquier hueco con un vidrio. Que se pueda mirar al exterior. Afuera está Viena. Aquella callejuela de ladrillos. Una mujer lanza el orine de la bacinica y aquel perro comienza a beberlo. Es el orine de su marido, que gime carcomido por la sífilis.
¿Mozart, en qué gasta tanto Mozart? ¿O es que no le pagan?

ACCION-IMAGEN III.

A nadie le preocupa, nadie lo quiere.  (Aparte.) A él parece no importarle. Esta mañana ha ido a pasear con Constance y su hijo por el parque. El niño fue hasta la fuente y todo parecía estar sereno.
¡No, no escribe el Réquiem! (Susurra.) Escribe una carta para su padre: Leopold.
(Entra música tck-4)

Padre: "Esa gente de la corte apesta. ¡Por dentro y por fuera, Wolf! Apesta. Si permaneces ahí vas a terminar apestando como ellos. ¡Ridículo!"

Mozart: ¡No me ofenda Usted! En la corte es donde puedo hacer lo que deseo. Usted sería feliz si estuviera aquí, padre, ordeñando vacas y herrando caballos. Además, (sonríe) no lo sabe Usted: aquí tengo un amigo, es italiano. ¡Sabe tanto! Bueno, sabe mucho de protocolo, de corte y de todo eso; si es hasta Maestro de Capilla Imperial: se llama Antonio, Antonio Salieri.

(Entra música de carrera tck-5)

(Aparte.) Salieri cara de perro. Salieri culo de gato. Salieri Su Señoría. Salieri moro barato. Salieri gallina celestial co co co... (Mozart cacarea.)
(cae el huevo, se va la música)


ACCION-IMAGEN IV.

Imaginar aquí una jofaina de marmolina en forma de concha del mar.
A Mozart le duele la cabeza. (Se lava.)

Ese dolor insoportable.

¿A Mozart lo envenenó una ponzoña comprada en el mercado negro o lo envenenó este círculo de veneno, críticas y... lo que es peor, el desmérito de una obra colosal?

(Entra música fanfarrias/ sube a primer plano y desaparece tck- 6)

(Burlón.) "Johann Chrisostomus Wolfgang  Gottliess Amadeus Mozart ha compuesto una piecesita más, excelencia. ¿Qué hacemos? ¿La censuramos o le exigimos que..."
(Tajante.) "Ignórenla." Dijo el emperador Leopol segundo.

Mozart está siendo envenenado lentamente.
El artista que no se cuida de la mediocridad que impera en todos lados va siendo envenenado suave, dulcemente. ¡O de manera brutal! (Risas grabadas.)

(Entra Música tck-7)

ACCION-IMAGEN V.

(Crítica. Acordes.) Escuchar..., escuchar. A esa obra le falta cabeza... ¡No, no, no, le faltan los pies! (Se va música)

Bueno, mirándola bien quizás no tenga ni pies ni cabeza.
O a lo mejor no tiene clítoris. O le falta el prepucio. O es demasiado vulgar. Pudiera haber sido magnífica. ¿Pero qué van a esperar de "él"? Si es lamentable, su obra también habrá de serlo. William Shakespeare lo dijo: "El estilo es el hombre." ¿Dónde lo dijo? Creo que lo encontré en Internet.

Para ser un verdadero artista hay que tener un primo aquí y un padrino allá.
Que no te falte el subsidio real. Ahora le llamamos "becas." Y el ímpetu. Escuchar ese pasaje... (Música que se mantiene de fondo, sube, tck - 8)
Un prado, unos caballos blancos, un lago al fondo... ¡Un venado vivo!

(Cesa la música.) ¿A quién le importa ya ese tipo de "inspiración"? Mejor: ¡una estructura metálica, un tipo en camiseta golpeando a su yegua, un anuncio de neón, la torre del tarot impactada por el rayo que viene de fuera. Eso es emoción. Todo es cuestión de estructura.

ACCION-IMAGEN VI.

A mí realmente no me importa la vida de Mozart. Me interesa tanto como la de Paris Hiltòn que hace lo que quiere, o como la de bush que mata aquin le da la gana y nadie le dice nada. De hecho nunca se me ha ocurrido averiguar por qué los ricos son tan desdichados...  Mejor cambio de tema... De hecho esta orquesta apoyaría un espectáculo inspirado en esa rara pieza con la que Alexander Pushkin se mofaba de sus contemporáneos: Mozart y Salieri. ¡Sabaca! ¡Chaise!

En fin, hay que esperar a ver si se soluciona esto de las entradas. Si se devuelven o no. Ni políticos ni empresarios ni Hacienda ni nadie quiere saber que los artistas no comemos aplausos, sino que pagamos las compras del Supermercado con lo que nos pagan gracias a esto que hacemos. ¡¡¡ ¿Es tan difícil de entender?!!!
¡¡ ¿HASTA CUÁNDO, HASTA QUÉ EPOCA, HASTA QUÉ DECISIÓN DE ALGÚN INSTITUTO DE CULTURA, DE ALGÚN GOBIERNO, LOS ARTISTAS VAMOS A SER RECONOCIDOS COMO LO QUE SOMOS: EL ESPÍRITU DE LA SOCIEDAD, LOS CREADORES DE SUEÑOS NUEVOS, LAS CRIATURAS MÁS FRÁGILES Y APASIONADAS DE LA RAZA HUMANA?!!
¿¿HAY ALGÚN DIRIGENTE CULTURAL QUE ENTIENDA EL ARTE Y QUE NO RESPONDA ASÍ: (rebuzna como burro)?? (Ataque de risotadas.)

(Entra pista canta rap tck - 9)

Siempre, siempre, siempre.

Y yo me dije: Oye mi papá exagera, pa la pinga, De aqi pa cà más na. Yo estudie contabilidad porque me dio la gana. Y si se me antoja estudio arquitectura, matemáticas, cocina ¿Y que? Es mi problema ¿No asere? Pa la pinga.

ACCION-IMAGEN VII.

(Entra Música tck- 10,)

Salieri: Io ono Antonio Salieri (se va la música cuando sube al banco y se presenta). Se dice que en este mundo no existe la verdad. Y dudo incluso de que exista en el otro. Esto me resulta tan evidente como una simple escala.
He venido al mundo para amar el Arte. Ah, el Arte... (Música.del mismo trac- 10.  Dirige una orquesta invisible. Es una pieza de Haydn.)
Siendo niño, solía escuchar, embelesado, el órgano de nuestra vieja catedral sin poder contener las lágrimas. (Escucha, se oye un spiritual negro. Mira levemente asustado.) Pronto rechacé los fáciles pasatiempos, y me disgustó todo lo que no tuviese relación con la música. (se vuelve a ir la música 10)
Me aparté de todo, consagrándome sólo a ella. Los primeros pasos son difíciles y árido es el principio del camino.
No obstante, conseguí vencer los fracasos del principiante y consideré el oficio como base del verdadero arte.

(Aparte.) ¿Un principiante? Ah, es como esos estudiantes de teatro. Hay millones dispersos por el mundo entero: colonias. Principiante es ése que empieza bien, luego le va regular y que más tarde termina mal.

ACCION-IMAGEN  VIII.
¿Por dónde iba? Sí. Soy Antonio Salieri. (Sonríe.)

Se dice que en este mundo no existe la verdad. Y dudo incluso de que exista entre ustedes. O entre yo y ustedes, que es mucho decir.

Continúo: Llegué a ser un técnico, un artesano...; logré que mis dedos adquiriesen la agilidad necesaria y respondiesen a mi oído musical. Disequé los sonidos como si se tratase de un cadáver. Comprobé la armonía mediante el álgebra, las matemáticas.
Y sólo entonces me dejé arrastrar por las delicias del ensueño de la creación. Comencé a crear..., pero no me atrevía aún a anhelar la fama.

(Actor.) ¡Fama! Muchos de mis compañeros dicen: ¿fama? ¿y para qué quiero yo fama? ¿La televisión, el cine? ¡Qué asco! No me interesa. Porque he sido educado para el teatro. Lo otro es "comercial". Barato. Pero lo mendigan en secreto. ¡Hagan la prueba! Convoquen a una audición en tal y tal lugar. A las nueve de la mañana del último domingo del mes. Reparten volantes. Y observen desde una azotea próxima. Aquello será un hervidero de gente, de todos aquéllos que una vez dijeron de esta agua no beberé. Irán. Como moscas.

ACCION-IMAGEN IX.
(Entra música tck-11)
Salieri: (Toma unos pliegos de partituras. Establece un juego donde se oculta a sí mismo las hojas, como intentando engañarse y destruir a la vez aquél legajo.) Más de una vez, después de permanecer dos o tres días recluido en mi celda silenciosa olvidando alimentarme y tras haber saboreado la fogosidad y las lágrimas propias de la inspiración divina, ¿qué hacía? ¡Mísero de mí! Echaba mi obra al fuego contemplando, fríamente, cómo desaparecían, transformados en humo los sones que había engendrado...
Pero, ¿qué digo? Cuando apareció el gran, el genial Glück, revelándonos nuevos misterios, misterios sublimes, profundos, ¿acaso no abandoné todo, todo lo que había llegado a conocer y a amar, todo aquello en que tenía fe, para seguirlo ciegamente lo mismo que un ser perdido que varía de rumbo, aconsejado por...?
(Actor.) ¡Los maestros! ¡Un maestro! Imaginar eso. Es el retorno a la época de los brujos, los sabios, los irremplazables. Como esos países sometidos por un loco o por un grupo de locos que planifican la existencia estatal.
Voy en desventaja pues no me he vuelto monje de ningún monasterio del Arte elevado. Nunca conocí a Grotowski, jamás bebí cerveza negra con él. Él se lo pierde. Ni comí Erbsensuppe ni probé el bockwürste con Bertolt Brecht.  Einfach, schnell und sehr schmackhaft.  (Sencillo, rápido y muy sabroso, es la traducción.) Ni Eugenio Barba me regaló uno de esos seis caracolitos que recoge en el mar y se lo da a los que vislumbra como iniciados, como discípulos eternos en los cuales sembrar el clon del borrego.
Como que un maestro no se me da. Peor para mí. A menudo he pensado irme al Tibet a ver si encuentro un viejo de barba blanca que me enseñe todo lo que necesito aprender. Pero luego pienso que necesitaría un traductor o algo por el estilo y todo se vuelve muy pesado, ¿no? Irse al Tibet con las obras completas de Konstantin Stanislavski, más el Diccionario del Teatro, de Patrice Pavise; el Diccionario de Antropología Teatral, de Nicola Savarese y Barba; con un librito manoseado Hacia un teatro pobre, mi par de zancos, el stock de maquillaje y encima de todo eso llevarme un traductor...

ACCION-IMAGEN X.

Salieri: La suerte me sonrió: otros comprendieron mis creaciones musicales. Unos me odiaban con ganas, pero otros sonreían con mis ocurrencias y aplaudían mi Arte. (Hace una sutil reverencia.) Y fui dichoso por mi trabajo, los éxitos, la fama y esa inagotable..., en fin. (Se ruboriza y calla unos instantes. Prepara y mide sus palabras.)
Nunca conocí la envidia. ¡Nunca, nunca! Ni cuando Puccini dejó maravillados a los parisinos...! Ni tampoco al oír por primera vez los sones de Ifigenia....! ¿Quién hubiera dicho que Salieri era un envidioso digno de desprecio que, sintiendo impotencia, mordía como una serpiente la dura roca?
(Música de Mozart. Retumba.) ¡Silencio! ¡Silencio, callen esa música!
Pero ahora sí. Debo reconocerlo. ¡Siento envidia! Siento envidia y sufro horriblemente. ¡Oh, Dios mío! (Cae y se arrastra de modo lastimero.) Dios... ¿Dónde está la justicia si la genialidad inmortal, ese divino don, no se le otorga en premio al que, rebosante de amor, trabaja olvidándose de sí mismo, sino que ilumina el cerebro de un loco, de un flojo, de un holgazán cualquiera?... ¡Oh, Mozart, Mozart!... (El Actor encarna a  Mozart. Salieri se sorprende.)

ACCION-IMAGEN XI.

Mozart: ¡Siento que me hayas visto entrar! Quería sorprenderte.
Salieri: ¿Llevas mucho tiempo aquí?
Mozart: No; acabo de llegar... Tenía prisa por enseñarte algo, es algo que no vale nada; pero, al pasar junto a la tienda oí un violín... ¡Caro Salieri, en tu vida habrás oído una cosa igual!... Era un ciego que tocaba Voi che sapete. ¡Qué manera de interpretar! ¡Qué maravilla! No me pude resistir, he querido obsequiarte con su arte... Pedí a los técnicos que trajeran la grabación. ¡Eh, los de cabina! ¡Algo de Mozart! Es el track número trece. (Escuchan el aria de Don Giovanni. Mozart ríe.)
Salieri: ¡Silencio! Sooto voce! ¡Me parece imposible que puedas reír!
Mozart: ¡Ah, Salieri! ¿Acaso no deseas reír tú también?
Salieri: ¡Desde luego, no! ¿Podría reír viendo cómo cualquier pintor de brocha gorda mancha el cuadro de una madonna de Rafaelle Sanzio? ¿O a Dante Alighieri profanado por un imitador mediocre?... Quiero silencio. Sólo eso quiero. ¡Fuera los técnicos! Nada tienen que ver con el Arte. El Arte se erige solo.
Mozart: Esperen, técnicos. (Lanza unas monedas.) ¡Para que beban a mi salud! Salieri, veo que hoy estás de mal humor. Ya volveré otro día. (Camina.) De una vez me lanzo a beber con los técnicos... ¡Siempre a mi salud! (Ríe.) Dice un amigo borracho: "he perdido mi salud brindando a la salud de los demás." (Ríe.)

ACCION-IMAGEN XII.

Actor: La salud de Mozart. Cosa delicada. ¿Pero cómo Salieri va a dejar escapar esta oportunidad?
Salieri: ¿Qué traías para enseñarme, Mozart?
Mozart: Una cosita sin importancia, maestro Salieri. (Misterio.) Anoche no podía dormirme... Y tuve una idea..., unos temas que he apuntado hoy... (Muestra.) Deseo saber tu opinión... Pero no estás bien, estás indispuesto...
Salieri: Pero, Mozart, amigo, hermano, gran músico popular, ¡qué injusto eres! ¿Me has visto algún día indispuesto para escucharte? ¡Escucho! ¿Dónde está la música? ¿En ese papel?
Mozart: Está aquí. (Se toca la cabeza con el índice.) Escucha... (Aires de música. Mozart no mira nada más, se deja llevar por las notas y Salieri le observa en silencio.) Imagínate a alguien, un personaje..., pero, ¡qué más da!... Podemos suponer que soy yo mismo..., cuando era más joven... Supongamos que ese personaje, o sea, yo, estoy enamorado..., pero no mucho, ¿sabes?... Sólo un poco... Imagínate que me acompaña una muchacha... o, si te parece mejor, un amigo..., y que ese amigo eres tú, por ejemplo. Estoy alegre...., cuando, de pronto, distingo..., veo algo fúnebre..., unas sombras o algo por el estilo... (Pausa.) Bien, ahora escucha... (La música sube.)

Salieri: Signore! ¿Has podido pararte junto a una tienda para escuchar a un violinista ciego teniendo esto y viniendo aquí, a este teatro? ¡Mozart, Mozart, no eres digno de ti mismo!
Mozart: ¿Qué? ¿Te gusta?...
Salieri: No.
Mozart: ¿No?
Salieri: (Busca las palabras, en son de sorna.) ¡Es profundo, amplio, austero! ¡Eres un dios, Mozart!... Lo eres sin sospecharlo tú mismo... Estoy seguro. ¡Sigue, sigue, no te detengas! ¡Llegarás muy alto, Mozart! ¡El camino es difícil para llegar a convertirte en un maestro como yo!
Mozart: No sé qué decirte, amigo Salieri..., tal vez. Todos me dicen: aléjate de Salieri, no te conviene. Sin embargo bien veo que eres muy bueno conmigo. Eres un verdadero amigo. Me das ánimos. Pero mi "divinidad" tiene hambre en este momento. Me desmayo.
Salieri: Comeremos juntos. Te llevaré a un sitio al que ni siquiera un artista puede aspirar. ¡Príncipes y empresarios lo encuentran carísimo! Pero yo te llevaré. No, no tienes que agradecérmelo, Mozart. Comeremos en la bodega del León de Oro... ¿Quieres?
Mozart: Muy bien. Pero tengo que avisar a mi mujer para que no me espere... Sólo un instante. (Sale.)

ACCION-IMAGEN XIII.

Salieri: Sí, te esperaré. (Transición.) ¡No puedo luchar más contra mi destino! Tengo que matarlo, de otro modo... estamos perdidos..., y no sólo yo, con esta fama que aún no me parece suficiente, sino todos los fieles al arte de la música... ¿Qué utilidad nos ha de traer el que Mozart siga viviendo y se haga cada vez más célebre?
¿Acaso puedo lograr así que mi arte sea más excelso? No.
Y con su muerte el arte decaerá, ya que no deja heredero alguno...
¿Y qué provecho sacará el mundo de Mozart? (Entra Música 14)
Vino a la tierra como un querubín, trayéndonos algunas canciones del Paraíso para turbar nuestros míseros deseos privados de alas... Luego desaparecerá y nos dejará en el mayor abandono. ¡Que se vaya, pues, cuanto antes! ¡Cuánto antes, mejor! ¡Será mejor para ustedes, para nosotros!
Todo ha sido planeado a conciencia, querido público. Preferimos estar sordos y que nos aburra la música clásica, ¿no? Cuánta picardía. ¡Les adoro!
He aquí el veneno.
¡Cuántas veces la vida me ha parecido una carga insoportable! ¡Y cuántas veces me he encontrado en el teatro o en la mesa frente a un enemigo! Nunca hice caso a esa voz que me susurraba al oído cosas terribles... Aplazaba mi resolución. La existencia puede ofrecerme todavía dones inesperados, me decía.  Tal vez llega de pronto una noche de inspiración creadora. Tal vez me convierto en un nuevo Haydn, creador de cosas grandiosas, inolvidables, lalarala, y entonces... También pensaba que el odio de alguien allá en la iglesia o en el teatro..., y en ese caso... ¡Y no me he equivocado! Por fin hallé a mi enemigo! ¡Poderoso enemigo! ¡Llegó la hora! (Burla.) Don sagrado del amor, hoy mismo estarás en la copa de la amistad. (Pausa.) Pero él tenía que rogarme, degradarse cuando se estuviera muriendo de hambre. Jamás yo me hubiera rebajado a invitarle, aunque tuviera que esperar diez años para echarle el veneno.


ACCION-IMAGEN XIV.

Actor: Imaginar que ha pasado una hora. El veneno está haciendo su efecto retardado y eficaz. Allí atrás podemos ver a Mozart. Es una bodega, una de esas cantinas con cierta clase... El chico compositor juega con un tenebrario, un candelero lleno de cera. Y así siente su cuerpo: cera virgen que se derrite frente a los días. Y a alguien se le ocurrió decir hace poco: ¿pero por qué no le hacen la prueba del ADN a sus restos?
¡Pero si el cadáver de Mozart acabó tirado como un cerdo podrido en la fosa común!
¿Cuántas veces la humanidad ha tenido el mismo gesto para sus hijos más bellos, más amables...? La incomprensión de los vieneses lo arrastraron al fracaso una y otra vez.
¿Es un modo de agradecer tanta música? Ah, Praga le salvaba de la desesperación.
Pero veamos la escena.
Antonio Salieri está preocupado.

ACCION-IMAGEN XV.

Salieri: Mozart, ¿pero por qué estás tan triste hoy?
Mozart: ¿Yo? No; no estoy triste.
Salieri: Pareces de mal humor... Mira, la cena es exquisita... También el vino... ¿Por qué, pues, te muestras taciturno y callado?
Mozart: Tu arte te ayuda... Puedes darte estos lujos y yo no.
Salieri: Mio caro, pero si Su Señoría Leopold II te ha hecho Compositor de la Cámara Imperial.
Mozart: Bien sabes que eso es ilusorio. Se burla de mí.
Salieri: ¿Cómo osas reprocharle al más dadivoso de los hombres...? ¿No te ha ofrecido acaso un empleo en la corte de Prusia?
Mozart: Jamás me lo dará. No soy del agrado de la corte ni de nadie. La corte: fare brutta figura! Siento que esto de aquí se me llena de algo oscuro que corroe y avanza, avanza...
Salieri: ¿Envidia, Mozart?
Mozart: (Ríe.) ¡Te engañé! No. No es eso. Me preocupa otra cosa: mi Réquiem.
Salieri: ¡Cómo! ¿Estás componiendo un Réquiem? ¿Desde cuándo?
Mozart: Llevo tres semanas dedicado a él. Pero, ¿creerás que me ocurre algo muy extraño?... ¿No te lo he contado, Antonio?
Salieri: No.

ACCION-IMAGEN XVI.
(Entra música)
Actor: Entonces Mozart cuenta que hace tres semanas justas llegó tarde a su casa. Había tomado el metro. Se bajó dos estaciones antes de su casa. Caminé por el medio de la avenida leyendo los anuncios de neón que parpadean por todo el camino. Una prostituta se me acercó y apuré el paso. Al llegar a mi departamento me dijeron que alguien había preguntado por mí. ¿Quién puede ser? Asé toda la noche pensando en eso. (Sonríe.) A veces soy un poco paranoico. No. No he nacido así. Así estoy a fuerza de entrenamiento, por culpa de los demás. Cada persona que hallamos se cree en el derecho exclusivo de tener acceso a nuestra intimidad, a nuestra vida y me desespero y ya no sé qué hacer. Ni siquiera los francomasones llegan a curar ya mi espíritu.
Al día siguiente aquel desconocido volvió a preguntar por mí, pero tampoco me encontró en casa. ¿Qué puede querer de mí?
Al tercer día, estoy allí, sentado en el suelo. Juego con mi hijo. ¿Me llaman?
¡Wolfi! ¡Wolfi!
Es un hombre vestido de negro y plata el que está parado ahí, justamente donde están ustedes. (Sorprendido.) ¡Es el Conde de Waisseg! (Entra Música)
(Le hace una reverencia.)
¿Un Réquiem? ¿Un Réquiem para difuntos?

Por el dinero no se preocupe, su señoría, se lo cobraré muy barato. La composición será de primera.
(Alza una mano y lo despide.)
Me puse a la obra, Antonio. Pero ese pájaro agorero no vuelve.
Me alegra.
Me duele separarme de una composición mía cuando termino de hacerla.
Pero, al mismo tiempo... (Duda.) Me da vergüenza confesarlo.
Me espanta.
No puedo apartar de aquí la visión de aquel hombre vestido de negro y plata.
Tengo la impresión de que me sigue a todas partes, por todas partes, por todas partes, como una sombra.
Está ahí, junto a nosotros. Allá. (Cae y se acurruca. Tiembla.)

ACCION-IMAGEN XVII.

Actor: (Desde Salieri.) ¡Qué tontería! No seas chiquillo, Mozart. ¡Vamos! Es necesario que te distraigas, hombre. Beaumarchais me dijo una vez: "Amigo Salieri, si te persiguen pensamientos tenebrosos, descorcha una botella de champaña o lee Las bodas de Fígaro..." (Pausa.) Amigo Mozart, ven, ven. Cuando escribí Tarara para él, ¡oh, qué hermoso tema! ¿recuerdas?, bueno, pues le acusaban de haber envenenado a alguien. ¿Quieres algo más... grotesco? El era un genio como tú y como yo, Mozart. Y eso..., es incompatible con el crimen.
Tuvo él que convivir con ese horror de ser señalado. ¡Ahí va el apestado, ahí va el asesino! ¿Crees que le preocupaba? No. Estaba seguro de sí mismo. Porque cuando ya te llega la hora e insistes en permanecer aquí, aquí, todo se va convirtiendo en un infierno, Mozart.  (Pausa larga.) ¡Bebamos, Mozart! ¡Por tu Réquiem! ¿Tendrías la amabilidad de permitirme escuchar un fragmento? Una probadita. Sabes que tu querido Antonio Salieri es muy, muy goloso.

ACCION-IMAGEN XVIII.
(Entra Música)
Actor (Desde Mozart. Eleva los brazos y se escucha el Réquiem.) No quiero comer más. Ya estoy satisfecho, Salieri. Escucha, escucha, es mi Réquiem. (Escuchan.) Pero, ¿lloras acaso, Salieri? ¿Lloras? ¡Oh, Antonio, si todos comprendieran la armonía como tú! ¡Si todos tuvieran tu sensibilidad! Pero no..., entonces el mundo no podría existir... ¡En tal caso todos se dedicarían al Arte, a crear obras! En cambio, ahora somos unos cuantos elegidos... Tú, aquél, aquélla, yo... Artistas. Despreciamos lo que sólo es útil. (Pausa.) Existe una felicidad gloriosa que está más allá de todo lo que nos aferra a estas tablas viejas. ¿No te parece, Antonio, no te parece? ¿Dónde ha quedado mi alacrité, mon entrain, l'elegance...? Sólo debo pensar que estamos justo en 1791, ya veremos si en 1800 cambia la mente de las gentes, ¿no crees? (Se derrumba.) Estoy cansado, Antonio, no me siento bien. Esa música. Aborrezco la música. Todo me da vueltas. Adiós, Salieri. Me voy a dormir. (Sale.)

ACCION-IMAGEN XIX.

Actor (Desde Salieri.) Sogni d' oro. ¡Adiós! ¡Dormirás mucho tiempo, Amadeus! Pero, ¿será cierto lo que ha dicho esta monstruosa computadora fabricante de esquemas perfectos?  ¡Él, que sabe tanto de música, me ha dicho que también soy un genio! ¡Podría sentirlo! Sólo si él no existiera para hacerme notar mis carencias. ¿Serán incompatibles la genialidad y el crimen? ¡No, no puede ser! Miguel Angel Buonarroti fue un asesino. Y Tiziano, Tiziano también lo fue. Y el creador del Vaticano fue un asesino. Pero nada de eso importa ahora. Hay que borrar a Mozart de la faz de la tierra. Y si fuera posible, hacer que las generaciones venideras no escuchen su música. Sólo escuchen la de Antonio Salieri. Mis cuarenta óperas, mis siete cantatas profanas, mis veinticuatro variaciones para clavicordio,  mi "pasión",  mis cinco conciertos, mis dos sinfonías, mis seis misas, mi réquiem..., ¿mi réquiem? (Descubre su intrascendencia.) ¡Oh! ¿Por qué?
Si este veneno no lo mata: ¡juro que voy a envenenar el aire!
¡Púdrete, Wolfgang GottieB Mozart! ¡Púdrete para siempre! Sogni d' argento, mio caro!

ACCION-IMAGEN XX.
(Entra Música)
Actor: Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia. A veces miro frente a mí..., estoy sentado en una cafetería; o camino por el supermercado comparando los precios o estoy en el teatro y me imagino a un loco que llega a envenenar el aire y tiemblo. No tanto por morir, como por esa pretensión de los demás que se creen con derecho a matar nuestra ilusión o a envenenarnos el aire.
¿Quién tiene derecho a juzgar a quién? (Ensimismado.) No sé. No sé.
Pueden pasar por la taquilla a recoger su dinero.
El concierto ha sido cancelado.
El joven Johann Chrisostomus Wolfgang Gottliess Amadeus Mozart no se presentó y van a liquidarle el contrato.  Buenas noches.
Salieri: La commedia è finita.


(Telón)